No correspondencia. #Adlerfilosofa [3]

by Srta. Adler

Hoy estoy entre cursi, filosófica y algo gore, todo a la vez. Tal vez sea el cansancio que llevo acumulando de todo el fin de semana sin descansar demasiado o el mal humor que me invade el cuerpo, no sabría que decir. La cuestión es que me ha dado por pensar en el amor no correspondido (no preguntéis, por favor), en lo que es, en lo que conlleva, y en como se enfrentan a él las personas. Quería una sentencia para definir el amor no correspondido. Y diréis, “Simple: es cuando quieres a alguien y ese alguien no te quiere a ti”. Sí, esa definición es válida, pero es tan simple que le quita por completo el encanto al concepto. Yo no quería definir tan literalmente lo que era, si no ponerle algo más de sentimiento, ilustrar el sufrimiento que conlleva, pero, a su vez, plasmar lo hermoso del asunto. Cómo voluntariamente sufrimos por culpa de esto. Y, mientras escribía un relato que a acabado en la papelera junto a otros 500, ha salido una frase útil:

“Pero él tenía mérito. Se había llevado un segundo pedazo de ella que podría archivar junto al que tiempo atrás ya le había robado. Y lo peor era que sabía perfectamente que podría llevarse un tercer y un cuarto pedazo de querer hacerlo. Porque estaba enamorada y eso era el amor no correspondido: permitir que esa persona arrancase pedazos de ti para llevárselos consigo y volver a por más cuando lo necesitase.”

Y he llegado a la conclusión de que el amor no correspondido es oscuro, romántico (en el sentido literario del asunto) y hermoso. Sobre todo hermoso. Más que el amor correspondido, tan sencillo, cómodo y conformista. He acabado pensando en la frase de “El Secreto” de Donna Tartt: “Beauty is terror. Whatever we call beautiful, we quiver before it.” Porque eso es lo que ocurre exactamente con el amor no correspondido. Es terrible, pero es hermoso y lo buscamos irrefrenablemente.