Hay cosas que podrían parecerle estupideces a mucha gente, pero, a su vez, contentar infinitamente a otras. Hoy me ha ocurrido. No es normal que me veáis actualizar el blog a estas horas, lo sé, pero no podía esperar un minuto más. Tenía que contarlo ahora, que aun tengo la emoción en el cuerpo, para plasmarlo todo tal y como lo siento, sin pensar. Por eso, no esperéis una entrada ordenada. Hoy vengo a soltar lo que pasa por mi cabeza, y mi cabeza es un completo desorden.
Ayer por la noche, Daniel me comentó que había una cuenta de Twitter de Lorenzo Falcó, el protagonista del nuevo libro de Pérez-Reverte. Echando un ojo a la cuenta, encontré un tweet que anunciaba que, precisamente hoy, Pérez-Reverte estaba en Barcelona, presentando dicho libro. ¿Suponéis que ocurrió? Efectivamente, planeé la tarde para poder llegar a la presentación. No contaba yo en ese momento con el aforo limitado y cuando caí en la cuenta, twiteé inmediatamente mi miedo a quedar fuera y no poder ver en directo a mi (lo digo sin miedo) escritor favorito. Ni siquiera le mencioné, así que tampoco esperaba un feed por parte de nadie, un sencillo tweet expresando mi desazón.
La sorpresa, pues, ha llegado esta tarde cuando he desbloqueado el teléfono móvil y he encontrado un tweet dirigido a mi, de parte de Pérez-Reverte. Nadie puede llegar a imaginar la ilusión que me ha dado. Y para muchos parecerá una tontería, pero a mi me ha alegrado la tarde leer las sencillas palabras de Don Arturo, diciéndome que no me preocupase, que cuando llegase, si ya no había sitio, me identificase como Adler y dijese que era su invitada. Repito, sí, puede pareceros una tontería, pero para mi ha sido algo sencillamente maravilloso. Un detalle que me ha tenido sonriendo como una boba el resto de la tarde.
He salido corriendo de trabajar. He subido al tren y me he desesperado (como siempre) por lo mal que funciona Renfe. Pero he llegado. He llegado casi quince minutos antes de que todo empezase y allí estaba Maria del Mar, guardando mi sitio, frente al escenario, centradas, en segunda fila (la primera era para reservados). Ha sido una charla maravillosa. Escuchar hablar a Don Arturo es siempre provechoso, siempre sales con alguna lección aprendida, recapacitando… Y he comprado el libro, pero le he pedido que se lo dedicase a Daniel, porque yo ya llevaba el mío de casa. Pero no era Falcó, era El Club Dumas, del que pronto veréis una reseña en el blog, el primer libro que leí de Pérez-Reverte, mi favorito. Libro al que tengo un aprecio muy grande, no solo por el libro en sí mismo, si no porque me lo recomendó alguien muy especial. Holden.
Y ahora este tomo de El Club Dumas ha pasado a tener un valor descomunal. “A Adler, de su amigo”, dice la dedicatoria, seguida de la firma de Don Arturo. Dos besos, una foto y un intercambio de palabras. Nada extenso, igual nada muy notorio para muchos otros, pero yo no puedo sentirme más contenta y es algo que, creo, jamás voy a olvidar.